lunes, 18 de octubre de 2010

Fue al hospital con un rulemán trabado en su pene y un tornero lo salvó de la amputación

El hombre de 72 años iba a sufrir la amputación del miembro viril pero los médicos pidieron ayuda y un tornero del Cuartel de Bomberos de la Policía de Mendoza pudo cortar la pieza metálica.
Probablemente los médicos que atendieron a don Antonio no hayan visto cosa igual en toda su vida profesional. Es más que seguro que se hayan tenido que tomar unos minutos de respiro para volver del interminable estado de asombro que los invadió. Es un hecho que los intentos que hicieron no fueron suficientes y antes de tomar la peor decisión decidieron llamar a los bomberos: ellos eran la última esperanza para sacarle a don Antonio el rulemán que tenía incrustado y trabado en su pene, antes de que los doctores tuvieran que amputar.

Increíble, sí, pero absolutamente cierto. El libro de novedades de Bomberos donde quedó plasmada la emergencia y la resolución de ella, ocurrida el miércoles 13 de octubre, debería pasar a ser una reliquia de colección.

El hombre de 72 años llegó al hospital con su miembro viril encajado en un rulemán. El interrogatorio médico no imaginaba la respuesta. No se trataba de un mecánico enredado en un indescifrable accidente ni una irrepetible desgracia casera. Al contrario, todo tenía que ver con placer y más placer, con una onanista sesión en la que el rulemán fue el principal accesorio para alcanzar el éxtasis y tocar el cielo con las manos.

La experiencia salió muy mal y lejos de alcanzar el cielo don Antonio visitó más bien el infierno. No pudo quitarse el rulemán por su cuenta y los médicos del hospital donde acudió pidiendo ayuda tampoco lograron sacárselo a pesar de varias maniobras para resolverlo. El pene del paciente estaba tan inflamado que no había modo de desalojar la pieza.

Los galenos tenían que tomar una decisión y era la peor: había que amputar el miembro para salvar a don Antonio, pero a alguien se le ocurrió usar un último recurso y sin dudarlo pidieron auxilio al Cuartel de Bomberos de la Policía de Mendoza.

Los expertos en luchar contra el fuego y rescatar personas se encontraron ante un desafío para el que no habían sido preparados. El enviado no podía creer que los hubieran llamado para resolver una situación que debía tener una solución médica. Sin embargo, y luego de una serie de consultas, aceptaron el heroico desafío.

Con un minitorno en mano, uno de los encargados del taller del Cuartel Central de Bomberos arribó a las 13.50 al hospital, convocado para salvar la vida de don Antonio y su invaluable virilidad. Con un rulemán de por medio no había más remedio que buscar una solución con herramientas del ámbito metalúrgico que daban al paciente más esperanza que el implacable bisturí.

La tarea quirúrgica del tornero de Bomberos fue la de un artista. Tanto, que logró cortar el rulemán sin cortar el pene de don Antonio.

Tras un buen rato de faena el hombre quedó liberado, los bomberos fueron vivados y los médicos respiraron aliviados en un inesperado final feliz.

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