Según explica el diario local Al Massae en su edición de hoy, el pasado sábado la joven decidió ingerir un veneno para ratas en la casa de la familia del marido, desesperada por el maltrato al que fue sometida por parte de ésta y de su esposo, así como del rechazo de su propio padre a recibirla en casa.
La historia remonta a hace un año cuando la familia de la víctima depositó una denuncia ante el fiscal general de Tánger acusando al agresor de violación sexual, apunta el diario. Tras una intervención de los conocidos de las dos familias, se decidió casar a la joven con su violador con la autorización del juez.
IMPUESTO POR LA FUERZA DE LA TRADICIÓN
Este tipo de matrimonios es impuesto por la fuerza de la tradición, sobre todo en el ámbito rural para salvaguardar el honor de la joven y “resolver” el daño causado tras la violación. Asimismo, según el código penal marroquí el violador queda exento de sanción si admite casarse con su víctima
Hechos como este no son aislados. Recientemente los medios de comunicación publicaron el caso de una joven afgana que tuvo que decidir entre la cárcel y una vida junto a su violador. La mujer admitió que, si hubiera sido libre de elegir, jamás se habría casado.
Entre las reivindicaciones de los movimientos feministas figura la modificación de este artículo, que según Hafida Elbaz, directora de la Asociación Solidaridad Femenina, se trata de una “trampa” para evadir las sanciones.
Fuente: Minuto Digital (España)
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