lunes, 17 de diciembre de 2007

SE COLGO PORQUE SU ESPOSA SUPO QUE ERA GAY

La cónyuge halló manchas de heces fecales en el pene de su marido

El marica con el que se acostaba le contó todo a la pobre mujer, quien, al reclamarle por su infidelidad, recibió una golpiza de santo y padre nuestro.

QUITO.-
Una mujer que sospechaba que su marido le era infiel decidió seguirlo para ver con qué hermosa y escultural rival lo iba a encontrar, pero se llevó la sorpresa de la vida al ver que su hombre la había cambiado por otro macho que le contó las aventuras que tenía con su marido y lo bien que lo hacía.Franklin Mancero, de 30 años, asediaba a su vecino, quien tenía el "sí" flojo para aceptar las propuestas de su amante cada que éste las requería. Franklin jamás imaginó que una tarde de copas, lujuria y golpes marcarían su fin tras ocultar su doble vida a su esposa, a sus familiares y a sus amigos.Lorena Ortiz, la cornuda mujer, quien ya sospechaba de la traición de su marido por la manera en la que éste se comportaba dentro del hogar, jamás imaginó que se enteraría de todo y hasta con detalles nada agradables.Cuando Franklin regresó la tarde del sábado a casa tenía entre sus muslos, y sobre todo en su miembro viril, manchas de heces fecales, es decir las marcas que le dejó una tarde de romance con su amante.LA TRISTE VERDADEsas marcas despertaron aún más las sospechas de Lorena, quien sabía que estaba a punto de descubrir una horrorosa realidad.La desesperación hizo que la esposa salga en busca de la verdad y, atando cabos, llegó a la casa de uno de sus vecinos, quien le comentó que su esposo lo visitaba con frecuencia para tener relaciones sexuales.EL RECLAMO Y LA GOLPIZALorena reclamó en tono airado a su marido por la traición y juró que jamás lo perdonaría. Al parecer esta situación incomodó sobremanera a Franklin, quien no pudo con la vergüenza de reconocer que era gay y sólo atinó caerle a golpes a su esposa para callarla y evitar que le cante sus verdades.Tras la brutal golpiza, Lorena echó de la casa a Franklin, quien en un inicio salió del hogar pero sólo para regresar minutos después y continuar con la paliza.Pero su esposa ya no le abría la puerta por el miedo que le producía el enardecido sujeto y, además, porque su honra de mujer estaba acabada tras el triste descubrimiento que había hecho.Los hijos de Lorena, de 10 y 7 años, no sabían cómo reaccionar al observar a su padre gritando en la puerta del cuarto de Lorena para pedirle que lo deje entrar.
EL SUICIDIO
Minutos más tarde, cuando reinaba el silencio en la casa y Lorena pensó que finalmente su traicionero marido se había ido y la había dejado en paz, empezaron los gritos desconsolados de los niños al ver a su padre tendido en el suelo y sin respirar.En ese momento Lorena abrió la puerta y vio como el cable de la plancha, que alguna vez compraron con amor para su hogar, rodeaba el cuello de su marido dejándolo sin respiración.Los familiares de Franklin lloraban desconsolados por la pérdida, mientras que en una esquina del Departamento Médico Legal, un tanto apartada, Lorena, con sus ojos morados por tantos golpes que recibió, sólo observaba con pesar el desenvolvimiento de la trágica tarde que marcó su vida y la de sus hijos para siempre. Ahora Lorena deberá llevar consigo el peso de no saber en qué falló para que su marido haya optado por tomar el camino equivocado y terminar así con su vida tras largos años de amor.

Fuente: Extra (Ecuador)

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