Acababa de abrir la puerta de la comisaría en la que trabajaba y se llevó una sorpresa mayúscula. En el suelo de su despacho había un cocodrilo de casi dos metros de largo y 65 kilos de peso.
El inspector hizo lo más sensato. Volvió a cerrar la puerta de su despacho y dejó en su interior al reptil. Para ayudarlo en la tarea de recuperar su despacho no avisó a otras fuerzas del orden sino a los guardabosques. Fueron ellos quienes rescataron al ejemplar que no fue sacrificado sino liberado en las aguas del río Ganges.
Fuente: Impetu (Peru)
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