Solomon Lartey pasó los primeros cinco meses del gobierno de Donald Trump trabajando en el Viejo Edificio Ejecutivo, frente a un escritorio lleno de papelitos.
Con 30 años de antigüedad como funcionario gubernamental de carrera, y un sueldo de 65.969 dólares al año como analista administrador de archivos, nunca en su vida había visto algo así en otro gobierno. Nunca había tenido que reconstruir con cita adhesiva los papeles del presidente.
Según un informe del sitio de noticias Politico, Lartey y sus colegas, armados con rollos de cinta Scotch, tamizaban grandes pilas de papel triturado y los volvían a unir.
Es que el presidente de Estados Unidos rompe habitualmente los documentos que ha terminado de usar. Los rompe en pequeños pedacitos, los tira al tacho o los arroja al piso, obligando a los archivistas de la Casa Blanca a reunir las piezas y pegarlas nuevamente.
"Es lo más loco que vi. Destrozaba papeles en pedazos pequeños", dijo Lartey, ahora ex empleado de la sección de registros de la Casa Blanca.
La Ley de Archivos Presidenciales exige que todo documento que toque el presidente (memos, cartas, correos electrónicos) se conserve y se envíe a los Archivos Nacionales como parte del registro histórico.
Pero el hábito de Trump de romper documentos después de haberlos usado, a veces a la mitad pero muchas otras en pequeños trozos, ha generado grandes dolores de cabeza a los archivistas durante los primeros meses de su presidencia.
Lartey dijo que a todo el departamento de administración de archivos de la Casa Blanca se le asignó la tarea de volver a armar los documentos con cinta adhesiva.
Según Politico, los empleados de la Casa Blanca recogieron los documentos rotos del Salón Oval y de la residencia del presidente y luego los entregaron a la administración de archivos para que los volviera a unir "como un rompecabezas".
"Las piezas que encuentro vuelvo a unirlas y luego se las devuelvo al supervisor", dijo Lartey.
Aseguró que los documentos en los que trabajó incluían recortes de periódicos con notas de Trump, invitaciones y cartas de electores o legisladores.
"Tuve una carta de Schumer que él rompió", dijo refiriéndose al líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer.
Otro ex empleado de la administración de la Casa Blanca, Reginald Young, señaló que esta es la primera vez en dos décadas de servicio que se le pide que lleve a cabo una tarea de este tipo.
"Miro a mi director y le digo: '¿Hablas en serio?' Ganamos más de 60.000 dólares al año, tenemos que hacer cosas mucho más importantes que esta. Uno lo siente como la forma más baja de trabajo que puede realizar, excluyendo vaciar los tachos de basura".
Young, de 48 años, y Lartey, de 54, fueron despedidos abruptamente a principios de este año sin explicación.
La Casa Blanca no quiso comentar sobre el hábito presidencial de romper los papeles.
Fuente: Clarín (Argentina)